Hace unos años hicimos un viajazo por Croacia.
Nos recorrimos todo el país entre autobuses y ferry’s.
No alquilamos el coche.
Alquilar un coche para 20 día era de locos.
Se nos iban los números.
Y créeme si te digo que hicimos muchos números para poder hacer el viaje.
También te digo que, a la vuelta, no hicimos números de lo que nos gastamos.
Te seré sincero: nos entró el canguelo saber que nos gastamos un pastón.
Pero oye, ¡que nos quiten lo bailao!
Menudo viajazo nos pegamos y menudos paisajes vimos.
En el viaje, estuvimos durmiendo en multitud de albergues, airbnb’s y lugares insospechados.
En uno de esos albergues conocimos a Amparo.
Amparo era (o sigue siendo) de Huelva.
Por la noche nos bajábamos a la terraza del albergue a cenar lo que habíamos comprado en el supermercado.
Con mi leatherman y una buena compra, menuda cena nos pegamos.
Amparo bajó y se unió a nosotros.
Cuando encuentras españoles por el mundo, existe una atracción patria que hace que te unas sin quererlo.
Amparo era una chica sin filtro, es decir, que decía lo que le salía de la boca.
Mi pareja y yo no encontrábamos hueco para poder hablar y meter tajada.
Amparo nos contó como estaba viviendo su viaje.
Nos detalló lo que había visto, lo que había sentido, lo que había vivido.
Viajaba sola.
Estaba viviendo un completo viaje de atención plena.
Lo que los modernos llaman “mindfulness”, ella lo llamaba SENTIR.
Amparo sentía la vida como si cada minuto fuera el último.
Realmente, nos encantó la vida que desprendía y el valor que tenía por emprender ese viaje sola.
Llegó a sentir tanto el viaje como las hormiguillas que empezaron a subir por su pierna cuando se le durmió.
Como sabíamos que no se le iba a despertar y tampoco se iba a ir a dormir, nos dimos las buenas noches y hasta siempre.
¡Feliz viaje!
Hace unos años hicimos un viajazo por Croacia.
Nos recorrimos todo el país entre autobuses y ferry’s.
No alquilamos el coche.
Alquilar un coche para 20 día era de locos.
Se nos iban los números.
Y créeme si te digo que hicimos muchos números para poder hacer el viaje.
También te digo que, a la vuelta, no hicimos números de lo que nos gastamos.
Te seré sincero: nos entró el canguelo saber que nos gastamos un pastón.
Pero oye, ¡que nos quiten lo bailao!
Menudo viajazo nos pegamos y menudos paisajes vimos.
En el viaje, estuvimos durmiendo en multitud de albergues, airbnb’s y lugares insospechados.
En uno de esos albergues conocimos a Amparo.
Amparo era (o sigue siendo) de Huelva.
Por la noche nos bajábamos a la terraza del albergue a cenar lo que habíamos comprado en el supermercado.
Con mi leatherman y una buena compra, menuda cena nos pegamos.
Amparo bajó y se unió a nosotros.
Cuando encuentras españoles por el mundo, existe una atracción patria que hace que te unas sin quererlo.
Amparo era una chica sin filtro, es decir, que decía lo que le salía de la boca.
Mi pareja y yo no encontrábamos hueco para poder hablar y meter tajada.
Amparo nos contó como estaba viviendo su viaje.
Nos detalló lo que había visto, lo que había sentido, lo que había vivido.
Viajaba sola.
Estaba viviendo un completo viaje de atención plena.
Lo que los modernos llaman “mindfulness”, ella lo llamaba SENTIR.
Amparo sentía la vida como si cada minuto fuera el último.
Realmente, nos encantó la vida que desprendía y el valor que tenía por emprender ese viaje sola.
Llegó a sentir tanto el viaje como las hormiguillas que empezaron a subir por su pierna cuando se le durmió.
Como sabíamos que no se le iba a despertar y tampoco se iba a ir a dormir, nos dimos las buenas noches y hasta siempre.
¡Feliz viaje!
Javier Savas